LOS CONCIERTOS DEL AUDITORIO
Christian-Pierre La Marca, violonchelo
Iván López-Reynoso, director
Programa
Kaija Saariaho nació en Helsinki (1952), en una familia que no era ni musical, ni interesada por las artes. Su padre trabajaba en la industria del metal y su madre era ama de casa. Saariaho desde pequeña se interesó en los sonidos y en la música. “Teníamos una radio antigua en casa, así que escuchaba música ahí. Pero también, de niña, escuchaba música que no venía de la radio. Música que estaba en mi cabeza. Me imaginaba que venía de mi almohada. Mi madre se acuerda que yo le preguntaba si podía apagar mi almohada de noche para poder dormir, apagar la música que imaginaba en mi cabeza”, ha contado la compositora.
Entró a estudiar composición en la academia Sibelius de Helsinki, donde fue aprendiz del maestro Paavo Heininen, debido a su gran testarudez: aunque él le dijo que no tenía espacio en su clase, ella se negó a irse, hasta que la tomara como alumna. Eran los años 70 y Saariaho era la única mujer de su clase. “Algunos profesores no querían enseñarme, porque pensaban que era una pérdida de tiempo. ‘Eres una chica bonita, ¿qué haces aquí?’. Ese tipo de cosas. Mi feminidad era tan aparente, era inevitable”.
Luego siguió sus estudios en Alemania y París, donde se terminó asentando en 1980, y vive ahí hasta hoy. Fue ahí donde encontró una veta musical que la acomodaba más que las frías estructuras clásicas; una corriente contemporánea llamada serialismo, que permite más posibilidades creativas, al no sólo preocuparse de la altura de las notas, sino que de los timbres. Saariaho mezcló la tecnología con su trabajo de composición clásico, y se ha convertido en una maestra mundial de esa fusión de lo moderno y lo tradicional.
Desde entonces ha presentando decenas de piezas conjuntos y óperas, que se han estrenado en los escenarios más importantes del mundo. Saariaho ha ganado una larga lista de premios, incluido el Prix Italia, el Grammy y el Polar Music Prize.
En palabras de Marco Antonio Molín Ruiz, "La música viene al encuentro del hombre que sufre. Cuando parece que el desánimo ha agotado la inspiración de un artista, algo bueno nace despacio en el pentagrama. Inexplicablemente, la tristeza es una semilla prometedora de un fruto llamado ‘belleza’. Afligido por las postrimerías de la Primera Guerra Mundial y la enfermedad de su esposa, Edward Elgar sintió que el violonchelo resultaba idóneo, era la insustituible voz para elevar cual monólogo las preguntas esenciales de la vida. El compositor inglés nos interpela en un concierto que con la paciencia de los años obtuvo su merecido reconocimiento"
CHRISTIAN-PIERRE LA MARCA
Aclamado por Gramophone como "un maestro de su instrumento y un músico de elegancia lírica y buen gusto" y por Le Monde como perteneciente a "la élite francesa del violonchelo", Christian-Pierre La Marca se ha distinguido en pocos años por su radiante presencia en las principales salas de concierto del mundo y sus premiadas grabaciones.
Tras debutar en Aix-en-Provence, estudió en París con Jean-Marie Gamard y Philippe Muller, antes de continuar con Frans Helmerson en Colonia y Steven Isserlis en Londres. Completó su formación con clases magistrales con Mstislav Rostropovich, Heinrich Schiff, Anner Bylsma, Natalia Gutman y Gary Hoffman, y se benefició de los consejos y el aliento de personalidades de la música como Itzhak Perlman, Philippe Jaroussky, Thomas Quasthoff, Leif Ove Andsnes, Maria João Pires, el Cuarteto Artemis, François-Xavier Roth y Seiji Ozawa. Su trayectoria se ha visto coronada por el éxito en los concursos internacionales de Osaka, Fráncfort, Londres (Philharmonia), Nueva York (YCA) y Viena (Haydn) y ha sido invitado en varias ocasiones a participar en los Grammy franceses.
Venta de localidades
Patio de Butacas: 29 euros
Anfiteatro: 25 euros